A partir
del capítulo 13 se estará hablando de los pormenores en los viajes misioneros
de Pablo y las anécdotas que vive. Ellas tienen un sentido particular y es
mostrar cómo el mensaje se va extendiendo cada día más y más. Recuerden que la
orden de Jesús fue que comenzaran por Jerusalén (la casa) y se fueran
expandiendo a los no judíos (o sea a los que no creen) Quiero que entiendas lo
que significa creerle a Jesús y obedecerle. Esto no tiene que ver con que a ti
te parezca prudente, seguro o acertado, tiene que ver con obedecerle y con
creer que su palabra se cumplirá, esa palabra que dice que: “El Señor
confirmaba lo que ellos (Pablo y Bernabé) decían del amor de Dios, dándoles
poder para hacer señales y milagros” (Sanan a un cojo de nacimiento).
Es muy recurrente
leer que en estos episodios se pase fácilmente de la gloria a la persecución;
en un minuto los están alabando y al siguiente los están apedreando. Así es la
gente. Y seguramente no será diferente para nosotros. ¿Sabes por qué puede
pasar esto? Hay varias razones: una de ella es porque sencillamente la gente no
puede soportar que haya alguien viviendo mejor que ellos, porque la gente cree
que las maneras equivocadas y dolorosas en las que están viviendo, son la única
manera de vivir y no quieren que alguien les venga a poner de manifiesto sus
errores y la responsabilidad de su suerte y su historia en sí mismos y en la
manera pasiva como están viviendo. Eso generalmente desencadena montos de
agresión que son vertidas sobre el mismo que pude estar creyendo dar una
respuesta a las necesidades, pero que al igual que pasa con el mendigo que
recibe la limosna en las calles, cada vez que alguien le da una limosna le
confirma su lugar de necesitado y reafirma el lugar de quien la da como de
estar por encima de…, esto también genera agresión de parte de quien recibe y
la prueba la tienes cuando has experimentado ayudar a alguien con frecuencia y
si algún día decides no hacerlo, prepárate para recibir la descarga de su ira
contra ti.
Bueno,
pero no es en esto donde quiero que te enfatices, solo que sepas que esto es
tan solo un efecto psicológico de la malsana actitud que tenemos de “dar”
indiscriminadamente. San Pablo nos dirá luego en una de sus cartas que la
caridad tiene que ser efectiva; o sea que tenga efecto en quien la reciba y no
creo que lo que lo que Dios quiera sea que el efecto sea nocivo, sino por el
contrario que debe promover a quien la reciba a mejorar sus condiciones de
vida. Ese será nuestro principio para ejercer caridad a través de la Fundación
La Divina Misericordia.