Miren
como comienza este capítulo 6 del libro de los Hechos de los Apóstoles, que ya
muchos han logrado identificarse con estas narraciones pues es lo mismo que nos
está aconteciendo personal y comunitariamente: El eterno problema por las cosas
materiales. Siempre la gente pelea hasta por lo que se le da. Estas viudas
estaban recibiendo atención y aún así se quejaban. No te asombres cuando estas
cosas llegues a ver en tu vida; que a aquellos que les ayudas reniegan hasta de
lo que reciben de ti. Creo que este pasaje está escrito acá para darnos a
entender que esto siempre pasa en la vida cotidiana y aún en las cosas de Dios,
ya que no son la excepción. No te preocupes por eso, más bien aprende la
lección en la forma como los apóstoles resolvieron eso. Se dicen: no es justo
que nosotros nos dediquemos a estas cosas y abandonemos lo importante que es la
oración y la predicación. Así tú mismo entiende que no es justo contigo que
haciendo las cosas lo mejor que puedes te dediques a prestar la atención a los
comentarios que lo que quieren en destruir lo bondadoso y generoso que brota de
tu corazón. Fortalécete en la oración y en la experiencia de esta comunidad y
deja que los “desagradecidos” sigan siendo como son; no creo que cambien
(recuerda cuando hablamos de la pobreza que no es cuestión de tener o no, sino
una actitud con la que se vive la vida). Tú ocúpate de lo verdaderamente
importante: hacer crecer la experiencia que el Señor ha iniciado en ti.
Tú puedes
ser quizás ese nuevo “Esteban” del que habla el relato y que fue aquel de quien
hablaron falso testimonio para acabarlo, pero que su rostro y su paz interior
daban cuenta de la verdad que había en él y que rechazaba todo mal testimonio
de los otros. No te preocupes por si hablan mal de ti, el mundo no soporta que
alguien pueda vivir mejor que ellos, por eso atacan, pero que nunca roben tu
paz interior que es el mejor de los regalos que Dios da y que es lo que derrama
abundantemente en este tiempo.
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