jueves, 26 de abril de 2012

Estudio Bíblico: Libro de los Hechos de los Apostoles Capitulo 15

El capítulo 15 de Hechos de los Apóstoles nos narra el primer concilio que tuvo la Iglesia naciente, cuando vieron la necesidad de reunirse para resolver la cuestión de los no judíos que se estaban acercando a la comunidad de creyentes y abrazaban la fe. Algunos decían que ellos tenían que “convertirse” en judíos para poder participar de los beneficios de Dios que fueron prometidos en Abraham a sus descendientes. Como hacerse miembros de un pueblo diferente no era cuestión solo de “visa” o de “nacionalidad”, ellos creían que si practicaban las mismas costumbres del pueblo podían ya ser considerados como judíos y que además se haría necesaria la circuncisión como sello de esta pertenencia.
Es en la respuesta que Pedro da a la comunidad reunida donde quiero centrar hoy la reflexión: Pedro lleno del Espíritu de Dios, se levanta y los exhorta diciéndoles que recuerden que Jesús lo puso a llevar su mensaje a los que no eran judíos como para dar por sentado su autoridad. Hay mucha gente que se toma atribuciones que no les corresponden y quieren “brincarse” la autoridad de quienes van delante señalando el camino y seguramente que están allí porque Dios les ha encargado ese ministerio. Hay que saber escuchar con humildad y obedecer, pues si se reconoce que Dios ha colocado a estas personas a dirigir, entonces cuando a ellos se les obedece, se obedece a Dios mismo.
Luego Pedro les recuerda que la experiencia vivida con Cristo Jesús es el sello diferenciador dentro del judaísmo al que todos, por tradición, pertenecían; pero que no se puede olvidar que los preceptos de Cristo son diferentes a los de la religión judía tradicional. Igualmente con nosotros tenemos que aclarar lo que ya en ocasiones hemos mencionado; que nosotros pertenecemos por tradición al cristianismo que heredamos de nuestros padres, pero que la llamada en Cristo Jesús que hemos sentido desde el retiro espiritual, y algunos desde antes, es a seguirlo a él, y él es mucho más que la religión que estamos acostumbrados a profesar.
Concluye Pedro diciéndoles que no impongan a los demás un yugo pesado que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido llevar. Este es un elemento maravilloso de reflexión. Cuántos de nosotros le estamos recargando a nuestros amigos y quizá ustedes a sus hijos o compañeros que abracen la fe y que cumplan los mandatos que ni ustedes ni yo mismo cumplimos (Misa dominical, obras de misericordia, perdón…etc). Les hemos dicho que participen de la fe que nosotros mismos a medias hemos vivido. No, yo creo, como siempre lo hemos concluido que la mejor experiencia es la estamos viviendo a nivel personal y que el mejor testimonio será con nuestra propia vida antes de pasarlo por la boca y hablar. El yugo que él nos ofrece es suave y su carga es ligera, por eso comprendemos que si la carga de la religión que solíamos llevar era tan pesada, entonces es porque no es la de él.

“El que tenga oídos que oiga”.