Hermanos
este tercer capítulo del libro de los Hechos de los Apóstoles, que espero que
estén leyendo juiciosos, nos compromete con el cambio no solo de nuestra vida;
sino que desde ahora nos invita a cambiarle la vida a otros que lo que van a
necesitar es que tu les mires fijamente y ya no solo “de lado” como a veces
solemos hacer porque nos molesta y hasta tal vez que les tiendas la mano, como
Pedro, para levantarlos de sus actitudes negativas y pesimistas, tal vez las
mismas que tú tenías antes de encontrarte con el Señor. Esto hace parte del
envío que recibiste el Jueves Santo cuando te fue entregado el aceite bendecido
en el nombre del Señor durante la misa crismal. Espero que recuerdes las palabras
que el Señor te dijo a través de mis labios ya que como era un mensaje para ti,
yo no tengo porque recordarlo, pero creo que en síntesis te enviaba a llevarle
la buena nueva a otros que también están sufriendo y quiero que sepas que no
solo tiene que ver con el dolor físico de una enfermedad o con el malestar de
una atadura emocional o psíquica; sino con el enorme problema de las malas
actitudes frente a la vida, que en definitiva fue el tema central de nuestros
ejercicios espirituales cuaresmales y del Retiro Espiritual de la Semana Santa.
La labora
no es solo mía; sino que como tantas veces te lo recordé lo que el Señor quiere
es formar un grupo de discípulos a través de los cuales le sea más fácil llegar
al mundo. Siéntete dichoso de ser tenido en cuenta por él. Al obedecerle no
solo te usa sino que además te bendice y te hace prosperar en todo cuanto haces.
Otro
elemento que refuerza nuestra reflexión del Viernes Santo es la palabra de
Pedro al dirigirse al paralítico: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te
doy: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda” ¿Qué es lo que tú
le estas ofreciendo a los que te necesitan? ¿Plata?, ¿comodidades? O estás
descubriendo que es algo más importante aún y quizás más sencillo: fe, escucha,
abrazos, amor, palabra edificante, compañía; eso es “tender la mano” como lo
hizo Pedro. Solo con esta ayuda es que el otro anda, se levanta, salta, corre.
Si Pedro le hubiera dado dinero (pues aunque no tenía podía haber orientado su
milagro a que aparecieran unas monedas para dar) la condición de este hombre
hubiera seguido siendo la misma.
Reflexiona
hoy: Los que más te necesitan, los que están cerca a ti, solo están esperando
que les tiendas las manos, que los acojas, solo esto les puede cambiar la vida,
lo demás lo dará el Señor como regalo de Pascua.
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