Justicia y Misericordia. Cuando nosotros tenemos misericordia de alguien, Dios es justo con nosotros y nos bendice; pero cuando Dios tiene misericordia de nosotros, debemos de ser justos con él. A Dios, a veces, le hacemos las injusticias más grandes que ni siquiera a otro ser humano le hacemos. Basados en que Dios es bueno, ¿verdad?, pues ¿cómo le hacemos lo malo al bueno? Nosotros queremos vivir ese pasaje que dice que: “bendigamos al que nos maldice” y ni siquiera bendecimos a veces a Dios que nos bendice. Debemos de aprender a ser justos con Dios y justos con todos los que tienen misericordia de nosotros.
¿Cuántos de nosotros hemos gozado de
la misericordia de alguien más también? Trabajadores que deberían ser
despedidos han sido perdonados, no se les ha quitado su trabajo, han sido
misericordiosos con ellos, lo que uno espera es que sean justos en su trabajo,
¿no es cierto? Y a veces no operan con justicia. Solo empatan las cosas. Uno
perdona a un trabajador que constantemente llega tarde, o perdona a un
trabajador que quizás robó y le dice no lo vas a volver a hacer y lo único que
dicen es: “lo voy a reponer”, “ya no voy a volver a venir tarde”, porque no
manejan el concepto de justicia. Es decir: “Si me perdonan tanto tiempo que le
he robado a la empresa en no estar trabajando cuando debo, de ahora en adelante
voy a salir una hora más tarde” No, no, solo es: “disculpe, ya no lo vuelvo a
hacer”
Y con Dios, a veces somos así:
“Perdón, Señor, ya no lo vuelvo a hacer”. O. K. ya no lo vas a volver a hacer,
pero ¿qué sí vas a hacer? Si han tenido misericordia de ti en algún momento,
pues entonces sé justo. Tenga usted un gesto de justicia de regreso para
aquellas personas que le han mostrado misericordia.
¿Cuánta misericordia nos ha mostrado
Dios? ¿Cuántas veces al día nos perdona? ¿Recuerdan a Pedro?: “¿Hasta cuántas veces tendré que perdonar a mi
hermano?, -dijo ¿Hasta siete?, No, Pedro, -le dijo el Señor: Hasta setenta veces siete”. Si Jesús
le dijo a Pedro que perdonara setenta veces siete a su hermano, ¿cuánto no
perdonará el Señor? Solo espero que usted no se desmande con setenta pecados
diarios.
Yo creo que Dios merece nuestros actos
de justicia teniendo tanta misericordia de nosotros. Pero no solo Dios, la
gente también. ¿Cuántos creen que podemos actuar un poquitito mejor cada día?
Lo vamos a hacer mejor, para eso es que estamos acá, no creo que nadie que esté
acá no quiera ser mejor persona. Todo queremos serlo.
En la primera parte de este tratado de
Misericordia y Justicia tomamos la parábola del Señor que salió a contratar
obreros para su viña, los contrató e hizo un convenio. Contrato.
Hicieron un contrato por un denario al día, ellos dijeron: “si usted nos paga
un denario nosotros trabajamos”, lo firmaron; pero conforme avanzó el día, el
Señor siguió buscando trabajadores, hasta que llegó la última hora de trabajo
del día, la hora undécima. Y salió a buscar y les dijo a los que encontró en la
plaza: “Y ustedes ¿por qué están aquí
desocupados?, ellos dijeron: -Señor, porque nadie nos contrata”. Bueno,
saben qué: “Vayan a trabajar a mi viña y
les daré lo que es justo” Y aquellos se fueron a trabajar confiando en la
justicia del Señor. Lo que no sabían era cuánto era justo. Lo que sí sabían era
que quien los contrató era un hombre justo.
Los primeros confiaron en el contrato,
confiaron en la negociación que hicieron, pero los últimos confiaron en el que
los contrató. Y a veces nosotros confiamos mucho en nuestras negociaciones, en
lugar de confiar en el Dios con el que tú hiciste un tipo de negociación. Le
pusimos condiciones a Dios; si tú haces esto yo te sirvo, si tú haces aquello
yo te sirvo, en vez de servirlo sin pedirle nada y esperar que él sea justo y
nos de lo que él cree que nos puede dar.
La palabra dice en el verso 8: “Cuando llegó la noche el Señor dijo a su
mayordomo: -Llama a los trabajadores y págales el jornal comenzando desde los
postreros hasta los primeros. Y al venir los que habían llegado cerca de la
hora undécima recibieron cada uno un denario… Al venir también los primeros,
pensaron que habrían de recibir más, pero también ellos recibieron cada uno un
denario y al recibirlo murmuraban contra el padre de familia, diciendo: -Estos
postreros han trabajado una sola hora y los has hecho iguales a nosotros que
hemos soportado la carga y el calor del día. Él respondiendo dijo a uno de
ellos: -Amigo no te hago ningún agravio, ¿no conviniste conmigo en un denario?,
toma lo que es tuyo y vete; pero quiero dar a este postrero como a ti, ¿no me
es lícito hacer lo que quiero con lo mío? O ¿es que tienes envidia de mí porque
soy bueno?
A los últimos que contrató los probó
de primero. Cuando los contrató y les dijo: -Vayan a trabajar y les voy a pagar lo que es justo, -él supo por
qué trabajaban. Él los probó. Él dijo: -Estos van porque confían que yo voy a
ser justo. Van porque están agradecidos de tener trabajo por lo menos una hora.
Las oportunidades que Dios da, a veces, no son las más grandes, pero son las
correctas para tu vida en el momento en que te las está dando. Y nosotros: no,
no, no, si a mí no me dan ese trabajo, no; yo lo que quiero es esto, yo lo que
quiero es lo otro… Pero si Dios te está abriendo una puerta para que trabajes
si quiera una hora ¿no deberías estar agradecido? Y esa hora que te dieron, esa
pequeña oportunidad, la tienes que trabajar lo mejor posible, porque las
pequeñas oportunidades bien trabajadas son las que abren la puerta a las
grandes oportunidades. Ellos tuvieron la humildad y le demostraron a Jesús por
qué trabajaban. Tú necesitas un trabajador y lo necesitas una hora, pues bueno,
yo una hora trabajo. Yo estoy seguro que alguno diría: -No, hombre que vamos a
trabajar solo una hora, mejor esperemos y mañana trabajamos todo el día. Pero
seguro otro le dijo: -Hey, aprovechemos la oportunidad, si nos piden trabajar
una hora, mejor esto que nada, trabajémosla bien, y tal vez mañana nos den más.
El Señor sabía por qué trabajaban los
últimos, pero ahora iba a comprobar por qué trabajaban los primeros; entonces
como él es astuto, observen lo que hizo. ¿Ustedes conocen la misericordia de
Dios?, Espérese a conocer la astucia. Al Señor nadie lo duerme. Y a veces
nuestras peticiones al Señor son así como que queremos manipular, ¿verdad? Y
queremos orar: Señor, por favor sánalo porque soy tu siervo, porque cómo te
sirvo… Miren, el señor no sana a nadie porque le sirvamos, lo sana porque por
sus heridas, fuimos nosotros curados, cuando ni siquiera existíamos para
justificarnos por nuestro servicio, ya él nos había sanado. Nos sana porque
pagó en la cruz del calvario el precio de bendecirnos y de ese milagro. Nos
sana porque nos ama. Jesús nos salva porque nos quiso salvar en la cruz del
calvario. Derramó su sangre para perdonarnos. Nos deja entrar el trono de su
gracia no por los tres coros que le cantamos, sino porque la sangre fue rociada
en el lugar santísimo para que todos podamos entrar. Él te bendice porque es tu
padre y porque confías que él es justo.
Aquellos confiaron que él era justo y
les dio un denario por una hora, quiere decir que si eso es lo justo iban a ser
doce denarios por doce horas al día siguiente. Y tengo una palabra profética
para ustedes: Para los que han confiado plenamente en que Dios es justo y no le
han puesto condiciones el segundo día está por comenzar. Y te habrá de dar doce
veces más de lo que te dio el primer día. Está por empezar mi segundo día de
trabajo para él.
No le pongas una sola condición a Dios
para servirlo y le tienes que decir: Señor, la condición que un día te puse,
hoy te la quito, yo te voy a servir y tú me vas a dar lo que es justo. No
limites a Dios con tus peticiones, déjale lugar a su justicia.
Vamos a deshacer esos contratos que
hemos hecho de palabra o de oración con el Señor. (Dinámica de romper un papel
que representa un contrato): Señor, en este momento yo rompo con toda
condición que un día te puse o tengo puesto para hacer algo por ti o servirte,
sencillamente te voy a servir, te firmo en blanco y tú me darás lo que tú creas
que es justo. Amén.
Gracias, Señor. Créanme que hacer
estas cosas… Algunos hablan de los famosos rompimientos, pero algo se rompe
cuando algo se hace y tenemos que hacer cosas para que esto ocurra.
Is 3, 10: “Decid al justo que le irá bien, porque comerá de los frutos de sus manos…” Quiere decir que el
justo trabaja. El justo se esfuerza. Aquellos fueron justos con el que los
contrató. Les dijo: “Vayan y trabajen una
hora y les daré lo que es justo” y ellos fueron justos trabajando bien tan
solo una hora. No esperes un contrato de cien mil, cumple bien el contrato de
mil. No esperes un salario de cientos de miles de pesos, cumple bien con el que
tienes ahora. No esperes cumplir cuando seas gerente, cumple bien cuando seas
un técnico. Cumple bien con a oportunidad que Dios te abra y Dios te va a
promover, y te habrá de bendecir. Una hora bastó para que Dios se diera cuenta
quien trabajaba bien y quien trabajaba mal. A quien quería el día siguiente y a
quien ya no quería al otro día. Por eso la biblia dice: -“Jamás dejes tu lugar no sea que otro lo ocupe” Necesitamos humildad
en cualquier cargo que Dios nos dé, sea trabajar doce horas en esa viña o una
sola hora. Aquellos no estaban agradecidos con tener trabajo doce horas,
aquellos protestaban por lo que el dueño hacía con el dinero de él.
“Decid
al justo que le irá bien, porque
comerá de los frutos de sus manos; hay del impío, mal le irá; porque según las
obras de sus manos le será pagado” Dese cuenta de los dos habla de las
obras de sus manos. Al final los dos comen de las obras de sus manos, el justo
y el injusto.
Dios; sus mandamientos son más dulces
que la miel, son justos y verdaderos. Cuando Dios hace una promesa la liga
siempre a un mandamiento para que haya justicia. Si tú cumples esto, hijo mío,
yo cumpliré aquello.
Efesios 6, 1: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo”
Quiere decir que la desobediencia es un acto de injusticia y la obediencia es un acto de justicia. Pero
dice: “en el Señor” Muchos preguntan:
¿Tengo que obedecer en cosas que son pecado? No, porque eso no es obedecer en
el Señor. Eso es obedecer fuera del Señor. La obediencia y la sujeción en la
mujer, de la que habla Pablo, también es en el Señor, no es sujeción fuera del
Señor, no es lo que el marido quiera hacer con ella para la satisfacción solo
de sus deseos. La obediencia es en el Señor.
Por eso padres, esposos, deben de hace
lo correcto. Obediencia y honra. Esas son dos cosas distintas; uno puede
obedecer sin honrar, pero jamás se puede honrar sin obedecer. Dice aquí: “Honra a tu padre y a tu madre” que es el
primer mandamiento con promesa; si es el primer mandamiento que tiene una
promesa, para mí, es de los más importantes de los mandamientos. Por ejemplo:
usted tiene su hijo y le dice: “Si me ganas todas las clases, te voy a dar este
regalo, pero en especial si matemáticas me la sacas arriba de nueve, te doy uno
extra” Usted lo que le está diciendo al hijo es que ¿Cuál es la principal
materia que usted quiere que gane? = Matemáticas. Si el Señor quiere motivar a
cumplir los mandamientos, dice: “No
matarás”, por supuesto que es importante, “No hurtarás” claro que es importante, pero de pronto dice: “Honra padre y madre para que te vaya bien y
seas de larga vida sobre la tierra” porque este es el primer mandamiento
con promesa, quiere decir que si le metió una promesa a ese mandamiento es que
algo tiene ese mandamiento. Si lo cumplimos dice: “nos va a ir bien y seremos de larga vida sobre la tierra”
Yo te quiero desafiar hoy a ti, que
tienes cosas pendientes que darle a tus padres que digas: “Hoy, yo me propongo,
no importa lo que cueste, cumplir lo que yo un día prometí darle a mis papás”
Si Dios le puso promesa a ese
mandamiento es porque algo tiene ese mandamiento, y padres de familia, nunca
les nieguen la oportunidad a sus hijos de honrarlos y de bendecirlos. No les
digan: Ah, con que me obedezcas es suficiente. No. Obedecer en el Señor es una
cosa y honrarlos es otra cosa; deje que ocurran las dos. Que bendición si están
las dos. Así que usted se va a esforzar y los va a bendecir. Usted no va a
esperar a tener que sus viejitos se mueran para usted atormentarse diciéndose
que no hizo lo que tenía que haber hecho.
Señor Jesús, gracias por tu palabra y por tus mandamientos, me voy a esforzar y voy a dar a mis padres la debida honra. Tú conoces mi sueño, conoces mi deseo y conoces mis recursos; sé que vas a poner tu mano, me vas a bendecir y lo voy a lograr, en el nombre de Jesús me va a ir bien y seré de larga vida sobre la tierra. Amén