miércoles, 25 de abril de 2012

Estudio Bíblico: Libro de los Hechos de los Apóstoles Capitulo 10


En este capítulo 10 de Hechos de los Apóstoles se manifiesta el deseo de Dios de ser conocido por todos los pueblos y naciones de la tierra, a través del relato de Cornelio, un hombre piadoso, pero no judío (recuerden que en un primer momento la salvación estaba solo ofrecida a los judíos) Mediante la visión de Pedro de la sábana que bajaba del cielo y contenía toda clase de carne, queda manifestado el deseo de Dios que es diferente de la normatividad humana que pone leyes y las hace aparecer como divinas; entre ellas la prohibición de comer ciertos alimentos.
Seguramente nosotros también tenemos algunas prácticas que creemos que son de Dios, pero que lo único que reflejan son nuestras posturas particulares frente a un hecho determinado o a un grupo en particular. Hoy somos llamados por el Señor a superar todas estas limitaciones creadas por nosotros mismos.
Quiero resaltar en esta ocasión un elemento recurrente que acompaña la historia de Cornelio y que si recuerdan bien, también apareció ayer en la narración de la resurrección de Dorcas, es la práctica de la caridad hacia los demás. Dice que Cornelio era un hombre piadoso y que hacía muchas limosnas al pueblo. Igualmente ayer nos decía lo mismo de Dorcas en sus prácticas de caridad a los demás. De donde es factible concluir que todas tus obras de amor y misericordia por los demás siempre están presentes a los ojos de Dios y traerán la recompensa oportuna en los momentos de necesidad.  Pedro le dice: “Cornelio, tu oración ha sido escuchada y tus limosnas han sido recordadas delante de Dios” (versículo 31) ¿Ahora entiendes aquello que reflexionamos la semana pasada en la Eucaristía de que el que al pobre da a Dios le presta?
En la práctica judía de no acercarse a los no judíos, está significada nuestra actitud selectiva de no siempre relacionarnos con todos, cosa que tenemos que aprender a vencer, pues solo el reconocimiento de la presencia de Dios en los otros (sea quien sea) nos dará el amor suficiente para trabajar por ellos en la construcción del reino de Dios. Pedro termina haciendo también una reflexión acerca de esto en el versículo 34: “En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas” así nos cueste aceptar eso.

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