Espero
que estos días de Pascua, al regresar a sus habituales tareas, no haya menguado
el gozo de la pascua que celebramos tan fervientemente la semana pasada, pero
si algo sintieras que está mal, no te preocupes, Dios está poniendo orden en tu
vida y es normal que al poner orden algunas cosas se desajusten. Ten fe en él,
todo volverá a estar bien y aún mejor. Déjale a él todos tus afanes y ocúpate
de sus cosas. Apenas estamos empezando y no es bueno que te desgastes en tus
fuerzas. Por lo demás si así fuera vuélvete a nutrir de esa fuerza en la
Eucaristía.
Bien,
reflexionemos ahora sobre la tarea con la que le estás demostrando al Señor que
eres obediente… Capítulo 4 del libro de los Hechos de los Apóstoles:
Es
particular leer que el primer obstáculo que encontraron los apóstoles venía de
la Iglesia misma; los sacerdotes fueron quienes en primer momento quisieron
detener la obra de los discípulos: hacer cosas por la gente necesitada y hablar
de la experiencia de Jesús. ¿Te está pasando lo mismo? No te asustes si los
mismos sacerdotes te cuestionen adónde es que estás asistiendo (por ejemplo por
lo del envío a sanar y orar por los otros con la unción del aceite). Más
importante que uno que no cree son los muchos que sí te escucharán porque
necesitan oírlo de ti.
El
versículo 7 nos relaciona directamente con Cristo para que entiendas que de
allí te viene la autoridad. Esta misma pregunta se la hicieron a Jesús; a cerca
de la autoridad que tenía para hacer milagros, también se la hicieron a sus
discípulos, también te la harán a ti; pero no te preocupes la respuesta que
debes dar está en el versículo 11, pues también fue la misma respuesta que
Jesús dio en su momento, que los apóstoles ahora dan y que por lo tanto será la
tu también debes dar: Que Jesús es la piedra desechada por todos, pero que se
ha convertido en la piedra principal. Esto es algo así como: “En Jesús están
todas las soluciones a las dificultades del ser humano. Su doctrina y su
mensaje nos dan las respuestas a todo interrogante, lo único que tenemos que
hacer es hallarlas con la fe y recibiremos de él la fuerza oportuna” No olvides
confesar que solo en él está la salvación y ya sabes que no se trata solo del
momento final de tu vida, sino la constante salvación que necesitamos de
nuestra habitual manera de vivir el día a día.
El
versículo 19 también se convierte en un argumento de peso para aclarar nuestra
posición frente a quienes ahora nos sienten como extraños, simplemente porque
hemos decidido darle un sentido nuevo a nuestra vida y a menudo quisieran
devolvernos a nuestra antigua condición: “¿Es justo servir al deseo de Dios o
al de los hombres?” y en el 20: “Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que
hemos visto y oído”, podrías además decir: “Yo no puedo dejar de hablar de lo
que inunda mi corazón de gozo: la nueva experiencia que he vivido”
Después
de esta experiencia los discípulos oran con una bella oración que se podría
convertir en modelo de tu oración diaria hasta que vayas encontrando tu propio
estilo, pero recuerda la necesidad de orar diariamente para poder recibir el
auxilio divino. Y termina el capítulo volviendo a repetir lo que decía desde el
capítulo 2, las características de la vida en común que vive la comunidad. Esta
es una condición fundamental para asegurar la unidad, se trata de que pongamos
en común todo lo que tenemos, nuestros talentos, nuestras ideas, nuestros
esfuerzos y así podemos alcanzar todo lo que nos propongamos por el bien
personal y comunitario.
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