lunes, 7 de mayo de 2012

Estudio Bíblico: Libro de los Hechos de los Apóstoles Capitulo 22

Pablo habla en su defensa y lo único que tiene que decir es la verdad, es lo que ha sucedido aunque los otros no lo entiendan. Muchas personas para enfrentar las nuevas realidades que Dios nos ofrece y que generalmente nos modifican en la conducta y en el pensamiento terminan defendiéndose con mentiras solo porque temen ser ridiculizadas o por temor de que las personas las malinterpreten e incluso se alejen. Recordemos que si lo “dejamos todo” por el Señor, él se encargará de que recibamos cien veces más acá lo que creemos perder y luego la vida eterna. No podemos creer que lo vamos a engañar a él fingiéndole a los demás para que no sepan que la realidad de nuestra nueva forma de ser es el hecho de que nos hemos encontrado en el camino con el Señor y ha hecho una propuesta de vida nueva.
Ese es el verdadero testimonio, el que logrará transformar a otros y les permitirá experimentar una nueva vida. Ellos están tan deseosos de que sus vidas cambien que no tardarán en adherirse también a esta nueva propuesta, pero obviamente primero la intentarán poner a prueba a través de los comentarios e incluso de la burla. Este será un buen momento también para probarnos a nosotros mismos sobre cuál es la verdadera esencia de lo que nos ha estado motivando a cambiar, nuestra convicción interna donde nada ni nadie más que nosotros tiene que decidir, o por el contrario estamos a mercede de los comentarios y de las opiniones de los demás.

Pablo no es responsable de las reacciones que los demás asuman frente a su verdad, si lo aceptan o no es problema de ellos, pero no puede dedicarse a agradar a todos y por agradar a los demás dejar de agradar a Dios haciendo lo que simplemente tiene que hacer y que sabemos que lo inspira Dios porque es una voz que sale del interior y tiene siempre por objetivo hacernos felices a nosotros mismos. El problema es que nosotros vivimos pensando es en hacer feliz a los demás como si eso fuera responsabilidad nuestra.

La única responsabilidad tuya es que seas feliz contigo mismo y una vez que lo logres, quienes estén a tu lado disfrutaran de lo feliz que eres y serán igualmente felices, pero de lo contrario es difícil que tu creas que debes hacer feliz a los demás y en este camino generalmente sufrimos y hasta somos infelices, esa no es la forma. Lo que pase con lo que tu has decidido ahora que sigues al Señor es solo asunto de Dios y de ti, lo que los demás piensen y opinen es cuestión de ellos.