Sobre el
capítulo 8 quiero que tengas en cuenta estos elementos:
·
Siempre he tratado de que entiendan la condición nueva que han
adquirido con pertenecer al discipulado. Hay cosas que no se le pueden permitir
a un discípulo. El versículo 1 hace esa aclaración: “todos, menos los
apóstoles” Hay que aprender a hacer cosas que nos diferencien de los demás. No
teman de ser diferentes a los otros, porque ustedes podrán hacer cosas
diferentes que los otros no hacen, recuerden que dice que Felipe hacía señales
milagrosas y con ellas acuñaba la predicación que hacía de Jesucristo. El Señor
n te está pidiendo que te vayas con una biblia a hablarle a otros de la palabra
(Y no es que esto esté mal hacerlo), sino que eso no te hace mejor. Haz cosas
nuevas y buenas en tu vida y que eso sea tu mejor testimonio, para que otros
vean que has cambiado de vida y cuando te pregunten: ¿qué te pasó, qué hiciste,
a dónde vas?; ahí si empiezas a hablar de él. Ese es el testimonio real, aquel
que has primero experimentado en tu vida. Y aún mayor: podrás hacer señales
milagrosas por ti y por los tuyos.
·
Quiero que prestes atención a las dos historias que se narran en
el capítulo y que tienen como intensión presentarte las ofertas que el mundo y
los suyos te pueden presentar. De un lado está Simón, el mago, llamado así por
la práctica de la brujería que hacía. Hay quienes creerán que tú tienes poderes
para hacer que pasen cosas raras o extrañas. Habrá quienes intenten colocar el
poder de Dios manifestado en ti, al mismo nivel de quienes adivinan, leen
suertes o usan riegos y brebajes solo para cambiar su suerte, pero que en nada
quieren cambiar ellos mismos. Cuídate de esas intensiones en quienes se
acerquen a buscar tu oración y tu intercesión.
Y de otro
lado está el funcionario etíope (nótese la diferencia: Simón, el mago, estaba
ahí, en el pueblo, entre la gente; a este funcionario etíope Dios le envío a
Felipe = Pídele al Señor que te envíe a las personas que él quiere ministrar a
través de ti) Este funcionario tenía “deseo” de Dios, que se manifestaba en que
estaba queriendo saber de él. ¿Cómo lo sé? Porque leía la escritura. Entiendes
por qué te he pedido que leas las escrituras, porque así le demuestras a Dios
que tienes interés y deseo de él y él te enviará su ayuda oportuna.
La
historia de este hombre es muy distinta a la de Simón, pues este hombre termina
con el bautismo y la unción del Espíritu en su vida, en cambio Simón terminó
con una sentencia hecha por Pedro en la cual si no cambiaba su vida y su
actitud, moriría. Y eso que ya estaba bautizado cuando cometió el pecado de
tentar a los Apóstoles y a Dios, por eso no te asustes cuando tengas que ver
que hay gente que parece estar comprometida con la causa del evangelio o estar
caminando los caminos del Señor y que caen con la facilidad que cae el que
apenas ha oído hablar de estas cosas. Pero tú mantente firme en el Señor.
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