lunes, 30 de abril de 2012

Misericordia y Justicia - Tercera Parte -

Reflexión Eucaristía Sábado 28 de Abril de 2012

Justicia y Misericordia. Cuando nosotros tenemos misericordia de alguien, Dios es justo con nosotros y nos bendice; pero cuando Dios tiene misericordia de nosotros, debemos de ser justos con él. A Dios, a veces, le hacemos las injusticias más grandes que ni siquiera a otro ser humano le hacemos. Basados en que Dios es bueno, ¿verdad?, pues ¿cómo le hacemos lo malo al bueno? Nosotros queremos vivir ese pasaje que dice que: “bendigamos al que nos maldice” y ni siquiera bendecimos a veces a Dios que nos bendice. Debemos de aprender a ser justos con Dios y justos con todos los que tienen misericordia de nosotros.
¿Cuántos de nosotros hemos gozado de la misericordia de alguien más también? Trabajadores que deberían ser despedidos han sido perdonados, no se les ha quitado su trabajo, han sido misericordiosos con ellos, lo que uno espera es que sean justos en su trabajo, ¿no es cierto? Y a veces no operan con justicia. Solo empatan las cosas. Uno perdona a un trabajador que constantemente llega tarde, o perdona a un trabajador que quizás robó y le dice no lo vas a volver a hacer y lo único que dicen es: “lo voy a reponer”, “ya no voy a volver a venir tarde”, porque no manejan el concepto de justicia. Es decir: “Si me perdonan tanto tiempo que le he robado a la empresa en no estar trabajando cuando debo, de ahora en adelante voy a salir una hora más tarde” No, no, solo es: “disculpe, ya no lo vuelvo a hacer”
Y con Dios, a veces somos así: “Perdón, Señor, ya no lo vuelvo a hacer”. O. K. ya no lo vas a volver a hacer, pero ¿qué sí vas a hacer? Si han tenido misericordia de ti en algún momento, pues entonces sé justo. Tenga usted un gesto de justicia de regreso para aquellas personas que le han mostrado misericordia.
¿Cuánta misericordia nos ha mostrado Dios? ¿Cuántas veces al día nos perdona? ¿Recuerdan a Pedro?: “¿Hasta cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano?, -dijo ¿Hasta siete?, No, Pedro, -le dijo el Señor: Hasta setenta veces siete”. Si Jesús le dijo a Pedro que perdonara setenta veces siete a su hermano, ¿cuánto no perdonará el Señor? Solo espero que usted no se desmande con setenta pecados diarios.
Yo creo que Dios merece nuestros actos de justicia teniendo tanta misericordia de nosotros. Pero no solo Dios, la gente también. ¿Cuántos creen que podemos actuar un poquitito mejor cada día? Lo vamos a hacer mejor, para eso es que estamos acá, no creo que nadie que esté acá no quiera ser mejor persona. Todo queremos serlo.
En la primera parte de este tratado de Misericordia y Justicia tomamos la parábola del Señor que salió a contratar obreros para su viña, los contrató e hizo un convenio. Contrato. Hicieron un contrato por un denario al día, ellos dijeron: “si usted nos paga un denario nosotros trabajamos”, lo firmaron; pero conforme avanzó el día, el Señor siguió buscando trabajadores, hasta que llegó la última hora de trabajo del día, la hora undécima. Y salió a buscar y les dijo a los que encontró en la plaza: “Y ustedes ¿por qué están aquí desocupados?, ellos dijeron: -Señor, porque nadie nos contrata”. Bueno, saben qué: “Vayan a trabajar a mi viña y les daré lo que es justo” Y aquellos se fueron a trabajar confiando en la justicia del Señor. Lo que no sabían era cuánto era justo. Lo que sí sabían era que quien los contrató era un hombre justo.
Los primeros confiaron en el contrato, confiaron en la negociación que hicieron, pero los últimos confiaron en el que los contrató. Y a veces nosotros confiamos mucho en nuestras negociaciones, en lugar de confiar en el Dios con el que tú hiciste un tipo de negociación. Le pusimos condiciones a Dios; si tú haces esto yo te sirvo, si tú haces aquello yo te sirvo, en vez de servirlo sin pedirle nada y esperar que él sea justo y nos de lo que él cree que nos puede dar.
La palabra dice en el verso 8: “Cuando llegó la noche el Señor dijo a su mayordomo: -Llama a los trabajadores y págales el jornal comenzando desde los postreros hasta los primeros. Y al venir los que habían llegado cerca de la hora undécima recibieron cada uno un denario… Al venir también los primeros, pensaron que habrían de recibir más, pero también ellos recibieron cada uno un denario y al recibirlo murmuraban contra el padre de familia, diciendo: -Estos postreros han trabajado una sola hora y los has hecho iguales a nosotros que hemos soportado la carga y el calor del día. Él respondiendo dijo a uno de ellos: -Amigo no te hago ningún agravio, ¿no conviniste conmigo en un denario?, toma lo que es tuyo y vete; pero quiero dar a este postrero como a ti, ¿no me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? O ¿es que tienes envidia de mí porque soy bueno?
A los últimos que contrató los probó de primero. Cuando los contrató y les dijo: -Vayan a trabajar y les voy a pagar lo que es justo, -él supo por qué trabajaban. Él los probó. Él dijo: -Estos van porque confían que yo voy a ser justo. Van porque están agradecidos de tener trabajo por lo menos una hora. Las oportunidades que Dios da, a veces, no son las más grandes, pero son las correctas para tu vida en el momento en que te las está dando. Y nosotros: no, no, no, si a mí no me dan ese trabajo, no; yo lo que quiero es esto, yo lo que quiero es lo otro… Pero si Dios te está abriendo una puerta para que trabajes si quiera una hora ¿no deberías estar agradecido? Y esa hora que te dieron, esa pequeña oportunidad, la tienes que trabajar lo mejor posible, porque las pequeñas oportunidades bien trabajadas son las que abren la puerta a las grandes oportunidades. Ellos tuvieron la humildad y le demostraron a Jesús por qué trabajaban. Tú necesitas un trabajador y lo necesitas una hora, pues bueno, yo una hora trabajo. Yo estoy seguro que alguno diría: -No, hombre que vamos a trabajar solo una hora, mejor esperemos y mañana trabajamos todo el día. Pero seguro otro le dijo: -Hey, aprovechemos la oportunidad, si nos piden trabajar una hora, mejor esto que nada, trabajémosla bien, y tal vez mañana nos den más.
El Señor sabía por qué trabajaban los últimos, pero ahora iba a comprobar por qué trabajaban los primeros; entonces como él es astuto, observen lo que hizo. ¿Ustedes conocen la misericordia de Dios?, Espérese a conocer la astucia. Al Señor nadie lo duerme. Y a veces nuestras peticiones al Señor son así como que queremos manipular, ¿verdad? Y queremos orar: Señor, por favor sánalo porque soy tu siervo, porque cómo te sirvo… Miren, el señor no sana a nadie porque le sirvamos, lo sana porque por sus heridas, fuimos nosotros curados, cuando ni siquiera existíamos para justificarnos por nuestro servicio, ya él nos había sanado. Nos sana porque pagó en la cruz del calvario el precio de bendecirnos y de ese milagro. Nos sana porque nos ama. Jesús nos salva porque nos quiso salvar en la cruz del calvario. Derramó su sangre para perdonarnos. Nos deja entrar el trono de su gracia no por los tres coros que le cantamos, sino porque la sangre fue rociada en el lugar santísimo para que todos podamos entrar. Él te bendice porque es tu padre y porque confías que él es justo.
Aquellos confiaron que él era justo y les dio un denario por una hora, quiere decir que si eso es lo justo iban a ser doce denarios por doce horas al día siguiente. Y tengo una palabra profética para ustedes: Para los que han confiado plenamente en que Dios es justo y no le han puesto condiciones el segundo día está por comenzar. Y te habrá de dar doce veces más de lo que te dio el primer día. Está por empezar mi segundo día de trabajo para él.
No le pongas una sola condición a Dios para servirlo y le tienes que decir: Señor, la condición que un día te puse, hoy te la quito, yo te voy a servir y tú me vas a dar lo que es justo. No limites a Dios con tus peticiones, déjale lugar a su justicia.
Vamos a deshacer esos contratos que hemos hecho de palabra o de oración con el Señor. (Dinámica de romper un papel que representa un contrato): Señor, en este momento yo rompo con toda condición que un día te puse o tengo puesto para hacer algo por ti o servirte, sencillamente te voy a servir, te firmo en blanco y tú me darás lo que tú creas que es justo. Amén.
Gracias, Señor. Créanme que hacer estas cosas… Algunos hablan de los famosos rompimientos, pero algo se rompe cuando algo se hace y tenemos que hacer cosas para que esto ocurra.
Is 3, 10: “Decid al justo que le irá bien, porque comerá de los frutos de sus manos…” Quiere decir que el justo trabaja. El justo se esfuerza. Aquellos fueron justos con el que los contrató. Les dijo: “Vayan y trabajen una hora y les daré lo que es justo” y ellos fueron justos trabajando bien tan solo una hora. No esperes un contrato de cien mil, cumple bien el contrato de mil. No esperes un salario de cientos de miles de pesos, cumple bien con el que tienes ahora. No esperes cumplir cuando seas gerente, cumple bien cuando seas un técnico. Cumple bien con a oportunidad que Dios te abra y Dios te va a promover, y te habrá de bendecir. Una hora bastó para que Dios se diera cuenta quien trabajaba bien y quien trabajaba mal. A quien quería el día siguiente y a quien ya no quería al otro día. Por eso la biblia dice: -“Jamás dejes tu lugar no sea que otro lo ocupe” Necesitamos humildad en cualquier cargo que Dios nos dé, sea trabajar doce horas en esa viña o una sola hora. Aquellos no estaban agradecidos con tener trabajo doce horas, aquellos protestaban por lo que el dueño hacía con el dinero de él.
Decid al justo que le irá bien, porque comerá de los frutos de sus manos; hay del impío, mal le irá; porque según las obras de sus manos le será pagado” Dese cuenta de los dos habla de las obras de sus manos. Al final los dos comen de las obras de sus manos, el justo y el injusto.
Dios; sus mandamientos son más dulces que la miel, son justos y verdaderos. Cuando Dios hace una promesa la liga siempre a un mandamiento para que haya justicia. Si tú cumples esto, hijo mío, yo cumpliré aquello.
Efesios 6, 1: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo” Quiere decir que la desobediencia es un acto de injusticia y  la obediencia es un acto de justicia. Pero dice: “en el Señor” Muchos preguntan: ¿Tengo que obedecer en cosas que son pecado? No, porque eso no es obedecer en el Señor. Eso es obedecer fuera del Señor. La obediencia y la sujeción en la mujer, de la que habla Pablo, también es en el Señor, no es sujeción fuera del Señor, no es lo que el marido quiera hacer con ella para la satisfacción solo de sus deseos. La obediencia es en el Señor.
Por eso padres, esposos, deben de hace lo correcto. Obediencia y honra. Esas son dos cosas distintas; uno puede obedecer sin honrar, pero jamás se puede honrar sin obedecer. Dice aquí: “Honra a tu padre y a tu madre” que es el primer mandamiento con promesa; si es el primer mandamiento que tiene una promesa, para mí, es de los más importantes de los mandamientos. Por ejemplo: usted tiene su hijo y le dice: “Si me ganas todas las clases, te voy a dar este regalo, pero en especial si matemáticas me la sacas arriba de nueve, te doy uno extra” Usted lo que le está diciendo al hijo es que ¿Cuál es la principal materia que usted quiere que gane? = Matemáticas. Si el Señor quiere motivar a cumplir los mandamientos, dice: “No matarás”, por supuesto que es importante, “No hurtarás” claro que es importante, pero de pronto dice: “Honra padre y madre para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra” porque este es el primer mandamiento con promesa, quiere decir que si le metió una promesa a ese mandamiento es que algo tiene ese mandamiento. Si lo cumplimos dice: “nos va a ir bien y seremos de larga vida sobre la tierra
Yo te quiero desafiar hoy a ti, que tienes cosas pendientes que darle a tus padres que digas: “Hoy, yo me propongo, no importa lo que cueste, cumplir lo que yo un día prometí darle a mis papás”
Si Dios le puso promesa a ese mandamiento es porque algo tiene ese mandamiento, y padres de familia, nunca les nieguen la oportunidad a sus hijos de honrarlos y de bendecirlos. No les digan: Ah, con que me obedezcas es suficiente. No. Obedecer en el Señor es una cosa y honrarlos es otra cosa; deje que ocurran las dos. Que bendición si están las dos. Así que usted se va a esforzar y los va a bendecir. Usted no va a esperar a tener que sus viejitos se mueran para usted atormentarse diciéndose que no hizo lo que tenía que haber hecho.

Señor Jesús, gracias por tu palabra y por tus mandamientos, me voy a esforzar y voy a dar a mis padres la debida honra. Tú conoces mi sueño, conoces mi deseo y conoces mis recursos; sé que vas a poner tu mano, me vas a bendecir y lo voy a lograr, en el nombre de Jesús me va a ir bien y seré de larga vida sobre la tierra. Amén

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