Es asombroso como estos últimos capítulos de la historia de
san Pablo se asemejan tanto a los últimos momentos de la vida de Nuestro Señor
Jesucristo. Todo este proceso penoso y legal por el cual Pablo transita es un
reflejo de la pasión misma del Señor y tiene la misma dinámica que tuvo su
desenlace.
En el versículo 2 dice que son los jefes de los sacerdotes y
los judíos quienes presentan a Pablo ante las autoridades, como a Jesús; y
dice, como en los relatos de la Pasión, que la intención de los judíos era
darle muerte.
Nótese el parecido incluso en el nombre del sumo sacerdote
que acuso a Jesús, Anás y el que ahora acusa a Pablo, Ananías. Festo, en esta ocasión hace las veces de
Pilatos con Jesús, que lo juzga en el tribunal y acá Pablo también es juzgado
en el tribunal. La defensa que Pablo hace de si también es similar a la que
Jesús presenta ante las autoridades cuando les recuerda que siempre estuvo
enseñando y en lugares públicos para que vean que nada ha hecho a escondidas.
Luego es llevado ante el rey Agripa, de la misma manera que
Jesús es llevado ante la máxima autoridad que en su tiempo representaba al rey
y que era Pilatos quien en definitiva decreta su muerte. En el relato de la
pasión Pilatos le presenta al pueblo a Jesús, una vez que lo han azotado y dice
la famosa frase: “He ahí al hombre”, en esta capítulo Festo presenta a Pablo
ante el rey Agripa con la misma frase: “Ahí tienen a ese hombre” (Versículo 24)
y a este como a Jesús dice el versículo siguiente que todo el pueblo no dejaba
de pedir su muerte. Igualmente Festo se disculpa como Pilatos para decir que no
cree que eso sea motivo de tal condena.
Detengámonos acá para nuestra reflexión de hoy. Mucha gente
hace incluso aquello que su conciencia le grita que no haga y solo por dar
gusto a los demás. Aún sabiendo que lo que están haciendo no es correcto, se
empeñan en hacerlo, esa es la famosa frase que le permitió a Pilatos trascender
en la historia y ser reconocido por su irresponsabilidad, primero consigo mismo
y luego con el mundo: “se lavó las manos” como si la suerte de los otros no dependiera en nada de sus actos.
Lo que tú haces tiene efecto en la vida de los tuyos, nunca
lo desconozcas, porque cuando a su vez los demás actúan como respuesta a lo que
tú haces, entonces vienen los efectos sobre ti y en ese momento no puedes
desconocer que gran parte de lo que te ocurre tú lo provocaste en algún momento.
El que tenga oídos
que oiga.
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